Torre medieval modificada en los siglos XVI y XVIII, fue, sin duda, una de las más importantes de la merindad de Markina. Sin olvidar su capacidad defensiva, fue, al mismo tiempo, sede y residencia de la familia; desde ella controlarían la ferrería, el molino, el puente, la ermita, los campos de labranza y los prados, de los que extraían un rendimiento económico y social. De volumen cúbico y cubierta a cuatro aguas, a pesar de los añadidos que han afeado su imagen mantiene las troneras, las ventanas geminadas y los dos accesos en arco ojival. Al igual que su linaje rival, el de Ugarte, tuvo patio de armas.
Vinculadas a la torre están la ermita de San Joaquín y Santa Ana, de estilo barroco con fachada de sillería, pequeño pórtico sobre dos columnas toscanas y lienzo de los santos titulares entre su contenido mueble; la ferrería de Olazar, próxima al río Artibai y vecina del caserío Oxillain, que mantiene parte de sus dependencias, hoy consolidadas, pero que no conserva, por el contrario, ningún elemento mecánico; y el molino de Oxillain, desaparecido en las inundaciones de 1983.
Cercana a estas instalaciones, visible desde el aparcamiento del campo de fútbol, se encuentra la presa de Oxillain. Es una presa de dos arcos diseñada por P. B. Villareal de Bérriz (1669-1740), personaje preilustrado y pionero en la construcción de presas de arco. Desde la presa vemos Torrezar (barrio Atxondoa). Se alza sobre roca y, como su nombre indica, es una de las más antiguas del municipio. La primitiva torre ha sido alterada con el añadido de otro volumen de dimensiones similares.